El perfume del incesto: esencia literaria, apariencia teatral

escanear0002Uno de los principales defectos del estructuralismo fue justamente su rigidez, o su pretensión de convertir a la crítica, o a cualquier poética que diera cuenta de la creación artística, en algo demasiado limitado, vale decir un cuento se convertía en un andamio compuesto par principio, nudo y desenlace y un par más de agentes morfológicos creados por los duendes del cerebro de Propp, aniquilando todo espíritu, toda divinidad que se apodera del texto. Sin embargo, este tipo de esquemas ha sido y es muy útil para delimitar, para explicar y para justificar juicios, opiniones y, sobre todo, para conferirle autoridad a las técnicas (escritura, actuación, dibujo, etc.) que deben ser ejecutadas de manera correcta para que se manifieste la verdadera esencia del arte, que habita sin duda en los creadores.

Luego de la lectura del primer párrafo, se preguntaran cuál es la relación entre El perfume del incesto, el título de la crítica, y los defectos y virtudes del estructuralismo. Paso a explicar: un autor de teatro es un doble esclavo, por un lado hace literatura y por otro necesita de toda una serie de individuos que conviertan realmente su texto en teatro. De no ser así, la letra escrita no pertenecería al género dramático, pues podríamos, ateniéndonos a definiciones estructuralistas, afirmar que ha sido creado para ser representado. Es más, la pieza queda en una especie de limbo, no es poética, aunque contenga poesía (Shakespeare), no es narrativa, por razones obvias. Una obra de teatro «es» literatura, pero se completa, con la representación. No siempre gana, pero alcanza su completud.

En el caso de Giovanny Cruz, sucede algo muy particular, pues él es, además, director, y construye el texto dramático de su propia obra, con lo cual hay una serie de factores que se le escapan de las manos para que su concepto se transmita tal cual lo desea, o mejor sería decir: tal cual lo pide «su» letra. El perfume del incesto es una maravilla literaria, más adelante lo explicaré, pero se desvanece cuando aparece como puesta en escena. Dejando de lado la musicalización, la escenografía y el vestuario que se corresponden con el texto, los actores, a excepción de Giamilka Román, en algunos momentos, destrozan la belleza de las palabras y la esencia de la pieza, por un exceso de sobreactuación o de ausencia de actuación, que es lo mismo, pero no es igual. No tiene mucho sentido especular sobre las causas, tal vez poco tiempo para construir los personajes o quizás una falla del director que no pudo separarse de la pieza literaria para que se convirtiera en actuación y se conformó con oír su texto…

Pero vamos a la mejor parte: El perfume del incesto como maravilla literaria, modernamente clásica, contemporánea en su temática y en su planteamiento meta-teatral, muy bien estructurada, clara para contar la historia, transparente en las estampas filosóficas y sicológicas y de un manejo del lenguaje lírico asombroso. Voy a enumerar algunos de los elementos que le dan cuerpo, fuerza, valor y belleza: el tema de la mujer-actriz trasciende ala anécdota, sino que se compromete con la creación de un alter ego, una escritora y directora, que es sin duda el autor, pero que intenta y logra metamorfosearse en la piel de la mujer, no es solo un punto de vista para contar, es una transformación certera para comprender. No en vano para construir su pieza se sumergió en la vida de María Félix y tal vez observó tantas otras.

El incesto es un mito clásico, al igual que el de Sísifo, ambos presentes desde el principio en el arte dramático. ¿Acaso el actor no lleva la piedra hasta lo alto de la montaña, sabiendo que mañana (en la próxima función) tendrá que volver a hacerlo? ¿Acaso el intento continuo de seducir al público no legaliza el narcisismo, el incesto y otras patologías descriptas por el Dr. Freud y padecidas por Edipo, Electra y tantos mortales? Sin duda, meterse con estos tópicos no es cosa sencilla ni placentera, porque, como plantea Camus en su ensayo El mito de Sísifo (fuente de Giovanny Cruz), el verdadero y único dilema de la filosofía es determinar si la vida merece ser vivida, y quien conoce la verdad es presa de ella. Si no, recordemos lo burgués que era Marx cuando ignoraba la existencia de la plusvalía.

Quisiera seguir extendiendo los alcances aromáticos de El perfume del incesto, pero el espacio me lo impide, así que, para concluir, haré una pequeña descripción técnica de algunos de los elementos de estructura dramática que la hacen clásica y contemporánea a la vez, además del tema. En escena tenemos tres actores, típico del teatro griego y romano, tres actores que representaban a todos los personajes. Igual sucede aquí, sin embargo, los actores se transforman frente a nuestros ojos.

La trama está fuertemente estructurada: planteo, conflicto y anagnóresis, casi la receta de Platón, aunque el reconocimiento del personaje principal no presupone algo interior o descubrir su destino, sino enfrentarse a la traición, traición que no se ejecuta pues el destino moderno no es implacable, sino que conoce la piedad y adora el factor sorpresa. El perfume del incesto alcanza su ser en la literatura como texto dramático, no como poema o cuento, y se desvanece un poco en este traicionero juego de las apariencias, que cuenta con luces, gestos, sonidos y el perfume de varios incestos.

Temporada de teatro 2000-2001

TÍTULO: El perfume del incesto

AUTOR Y DIRECTOR: Giovanny Cruz

ELENCO: Karina Noble, Giamilka Román y Victor Pinales

LUGAR Y FECHAS: Sala Ravelo, del 8 de septiembre al 1 de octubre

ESCENOGRAFÍA Y DISEÑO DE LUCES: Lina Hoelpelman

BANDA SONORA: Nivangio Zurc

Publicado originalmente en la sección «Desde la platea», del suplemento “Ventana”, del Listín Diario, 24 de septiembre de 2000, p. 9.

Published in: on 27 enero 2009 at 2:58 pm  Deja un comentario  
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