Es sabido
-por todos –
que nuestras huellas
quedaron petrificadas
sobre la sal de las lágrimas.
Hemos transitados
por el crimen perfecto
de nuestros padres
y el asesinato ritual
del único hermano varón
que nos dio la tierra.
Sabemos vivir
entre el holocausto
y la desaparición de personas
de manera ilegal.
Y digo:
nunca más perderé la conciencia
del dolor
no voy a olvidar nada de esa tierra gris
llena de distancias intransitables
en invierno
y en verano.
Abril 2006